Peli-Review: Scary Stories to Tell in the Dark (2019)


André Øvredal (Cuyo apellido copie y pegue por no saber hacer el círculo atravesado) es un director noruego que, si bien no posee una carrera muy extensa, supo cómo escalar rápidamente a través de un par de películas destacables. Allá por el 2010 nos presentaba Trollhunter un falso documental sobre cazadores de trolls (no, no hay chistes de índole política). La que parecía ser un mockumentary más del montón, resultó destacar por su sólido guion (o al menos más sólido que muchas otras producciones de este sobresaturado tópico) e interesante narrativa, que lograba atrapar al espectador desde los primeros minutos. 

Años después, en el 2016, André estrenaba The Autopsy of Jane Doe, una cinta de terror, misterio y suspenso que emanaba tensión en cada uno de las escenas dentro de su claustrofóbica locación. Ambas películas fueron sorprendentemente buenas, partiendo de una base por demás explotada en tantas otras películas, por lo que al enterarme de este nuevo ítem en su curriculum fue por demás gratificante.

A una película que ya me generaba expectativas por su director, se le vio sumada la participación de Guillermo del Toro. Una persona que ya desde Mimic en el ’97 demostraba tener una mente privilegiada al momento de presentarnos criaturas de índole tanto fantásticas como horríficas. Pero claro, no todas podían ser buenas noticias en el desarrollo de esta producción. Y es que la historia se nos iba a presentar como una antología. 

“Antología”... Una palabra de la que se ha oído mucho en la industria durante los últimos años. Sin embargo, el último atisbo de antología realmente buena y “halloweenesca” quedo allá por el 2007 con Trick r’ Treat, lo que no implica que allí culminasen el desarrollo de estas películas, sino todo lo contrario. Títulos como Tales from Halloween, ABC of Dead, VHS o XX han intentado acercarse a la obra de Michael Dougherty con más pena que gloria. A fin de cuentas, todas estos ingredientes terminaron por generarme más incertidumbre que expectativa así que vamos a ver que podemos decir que no se haya dicho aún, porque mientras parte del mundo recibía esta cinta a principio de agosto, a nosotros nos tocó esperar un par de meses adicionales.


Scary Stories to Tell in the Dark (También conocida como “La nueva de del Toro”… O sea… su nombre se lee desde lejos y el del director apenas aparece en los posters…) está ambientada a finales de los ’60 y nos cuenta la historia de un grupo de niños que encuentran un libro en una casa maldita. Libro que comienza a escribir nuevos cuentos por cuenta propia. Cuentos cuyos protagonistas son los susodichos niños. Protagonistas que no tienen, precisamente, un final feliz. Y de eso trata el largometraje, niños intentando sobrevivir a sus miedos más profundos mientras desenmarañan la historia de una familia maldita.

Este film es un semi-antologia de terror, la cual se encuentra basada en una serie de libros publicados en los ’80, los cuales también eran antologías de terror, pero no terror a lo Stephen King, sino cuentos de miedo para niños-adolescentes… algo así como un punto intermedio entre R.L Stine y el mismísimo King. Como los libros estaban enfocados en un público juvenil, la película también lo es, ya que la misma no es para mayores de 18, sino para mayores de 13, es decir, posee la misma calificación que cualquier película de Marvel y esto… bueno… es un arma de doble filo... 

¿Por qué “semi-antologia”? porque, si bien adapta varios cuentos de la saga literaria, el argumento va un poco más allá que solo eso. Mientras que en Trick r’ trick el pequeño Sam desarrollaba una pequeña sub-trama mientras navegabamos entre as historias principales que componen la película, en Scary Stories las adaptaciones se funden junto con la trama principal, confluyendo en una estructura narrativa como la de cualquier otra película, pero que en núcleo posee varios cuentos cortos. De ahí que la considero una semi-antologia.

Caras conocidas, nulas. Salvo por Dean Norris (A quien recordamos como Hank en Breaking Bad), pero su papel no es ni remotamente trascendente. Sin embargo, los protagonistas se esfuerzan lo suficiente en darnos una interpretación suficientemente satisfactoria para no caer en personajes absolutamente planos y sin vida que preferiríamos ver morir antes que tolerarlos diez minutos más en pantalla. Cabe destacar a la joven Zoe Margaret Colletti, quien debe cargar con el protagonismo de la cinta y que,francamente, creo firmemente que hizo una interpretación muy digna de Stella, un estereotipo de “chica rara” que no tiene muchos amigos y que en sus ratos libres gusta de escribir cuentos fantásticos.


Aunque hoy por hoy su nombre no destaca en ningún lado, no me sorprendería seguir escuchando de sus labores hasta un nuevo protagónico (tal vez, en una posible secuela). Si bien ninguno de los personajes tiene un desarrollo sólido y complejo, de una u otra forma se nos brinda la información suficiente como sentir una ligera pena cuando son atacados, pero nada más allá de eso.

La música no logra perdurar luego de finalizada la cinta. Sin embargo, durante los 108 minutos que dura el largometraje, hace un buen trabajo acompañando los planos, los momentos tensos y, por supuesto, los dichosos screamers. Ahhh… los screamers… Días atrás vi nuevamente Hereditary y Us, las cuales demuestran firmemente que no se requiere de screamers para asustar. Pero bueno, a pesar de tener algunos sustos fáciles, Scary Stories es consciente de ello y juega con este recurso. 

Sin entrar en spoilers, hay una secuencia en la que uno sabe que se viene el jumpscare, lo sabe por qué lo vio mil veces, pero el condenado screamer se hace esperar, casi casi que se hace rogar para terminar de una vez con la escena, que (aun al estar basada en un screamer) llega a lograr un momento de tensión al estirar el suspenso de susodicha aparición. 

De todas formas, no todo son sustos fáciles durante el desarrollo porque, si hay algo que caracteriza esta historia, son los monstruos. Entonces, ¿Para qué tendríamos monstruos si no los vamos a ver? (teléfono para Cloverfield). No solo podemos vislumbrar un amplio abanico de seres, sino que los mismos poseen sus propias mini secuencias y escenas que, de hecho, pueden resultar bastante perturbadoras en su simplicidad, sus movimientos y sus ruidos. Estas características están suficientemente logradas como para transmitirnos las mismas sensaciones que generan en los actores de la película.


Øvredal logra subir un nuevo escalón como director con esta obra. Tal vez no tenga un súper mega despliegue técnico a los Christopher Nolan, o planos perfectamente simétricos a lo Wes Anderson. Pero sabe contar la historia que se propone. Algunos movimientos delicados de cámara, algunos bruscos y algunos estáticos no son nada de otro mundo, sin embargo acá están utilizados de manera correcta para sumergirnos en la trama y, de paso, lograr algunos planos bastante bellos de las locaciones. Sin embargo, donde creo que destaca la labor del director es en el terror propiamente dicho. 

De nuevo, uno no sale traumado ni, mucho menos, temblando de miedo. Pero, de todas formas, se abandona la sala con una ligera inquietud, repasando esos entes que hace unos minutos nos miraban directo a los ojos. Esa sensación, creo, no es fácil de lograr. No con una restricción PG-13 y este, tal vez, sea el mérito más grande de la película. Lograr asustar sin tener tanta violencia explícita, ni sangre, ni desmembramientos.

En conclusión, Scary Stories to Tell in the Dark (Historias de miedo para contar en la oscuridad) es una película que, sin pretender demasiado de sí misma, logra dejar un buen sabor de boca. La dirección de Øvredal, sumado a la historia de Del Toro y con base en una exitosa saga de libros, dio como resultado una cinta disfrutable para diversas edades. Justamente, es ideal para que los jóvenes puedan comenzar a adentrarse en el maravilloso mundo del terror. 

Personalmente creo que películas como esta, Poltergeist, Coraline o las míticas series Goosebumps y Are You Afraid of the Dark (De la cual se viene un revival dentro de unos meses) son pilares imprescindibles para integrar a aquellos niños y pre-adolescentes que mueren de ganas de ver películas de terror pero que, por obvias razones, no lo tienen permitido. Arrojar a un joven de 10 años a ver Nightmare on Elm Street, The Exorcist o The Ring lo pueden traumar de por vida y alejarlo para siempre del cine de terror. Ok, lo del trauma de por vida quizá es exagerado, pero no lo de alejarlos del género. Dentro de un género con tantos sub géneros como es el terror, el terror adolescente es uno que aún no es explotado, quizá, tanto como deberían.
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