Análisis: Afterparty — una experiencia narrativa en el infierno

Aferparty, lo nuevo de los creadores de Oxenfree nos lleva de viaje al infierno a tomar unas copas y descubrir el sentido de la amistad.

Calificación:


Desarrollador: Night School Studio
Distribuidora: Night School Studio
Lanzamiento: 29 de octubre de 2019
Plataforma: PS4, PC, Xbox One (proximamente Switch)

Análisis basado en una copia digital para Epic Games Store facilitada por Night School Studio.


Es casi irónico que luego de reseñar hace algunas semanas el titulo Angelo and Deemon One Hell of a Quest, ahora caiga este videojuego a mis manos. Porque justamente podemos comparar a ambos juegos en muchos aspectos, no solo en su género, sino en el contexto y en algunos ápices de la historia. Por si no lo saben, y lejos de hacer un spoiler, Afterparty tiene lugar en el mismísimo infierno, y está lleno de personajes pintorescos que le dan forma a una historia llena de toques cómicos y humor negro a más no poder.

Hay una pregunta en cierto momento del juego que te hiela la sangre, aun sin ser su intención. El mismísimo Satanás toma las cartas del asunto y te pone a prueba: ¿qué hiciste para merecer algo más? Una pregunta demoledora, y quizás el eje principal del juego, ya que el misterio de por qué vamos al infierno va a durar a través de todo el título. Empezamos en una fiesta, intentando sociabilizar (cosa que antes no hicimos nunca, claramente) y, de repente, como si el fin del mundo hubiese ocurrido en un abrir y cerrar de ojos, somos parte del infierno, de ese lugar donde vamos a absorber un castigo eterno.


El dilema del bien y el mal se pone en juego, dejando en claro lo que está mal, pero jugando con la magnitud de la bondad. ¿Se puede ser más bueno que otra persona? La vara con la que medimos la bondad es propia y mientras cada uno se exprima al 100%, eso es ser bueno. Quizás no haya alguien más bueno o menos bueno, y eso solo quede en una cuestión de paradigmas o parámetros que cada uno se imponga a sí mismo. Es por eso que detrás de la comicidad de Afterparty, hay un miramiento moral y ético que intenta jugar con nuestras mentes sin ser realmente protagonista. Está ahí, por detrás, molestando por momentos pero sin dejar de jugar a las escondidas.

Afterparty está desarrollado por Night School Studio, los creadores de Oxenfree. Y se nota que se dejan influenciar por ellos mismos, marcando un camino bastante firme no solo en su aspecto visual y el diseño de personajes, sino en la tonalidad centennial, incluso post millennial, de las temáticas del juego y cómo las aborda. Así como pasaba en Oxenfree, los diálogos son interminables, ningunos de los personajes se calla nunca, aunque no llegan a ser insoportables como en el anterior juego mencionado.


Dicho sea de paso, el título podría pasar por una aventura gráfica, aunque para mí es más una experiencia vivencial, un juego lineal donde tenemos que ir haciendo lo que se nos dice sin mucha opción. Es más que nada, vivenciar y experimentar cada situación desde el lugar de los personajes, intentando generar empatía con ellos. Podemos, a veces, dialogar con otros personajes, tener pequeñas conversaciones, pero lentamente nos damos cuenta que elijamos la opción que elijamos de dialogo, va a dar lo mismo porque la historia sigue, fluye por su propio cometido.

Y en esa mecánica, es quizás donde cae un poco el juego y su dinámica. Porque si bien los diálogos son interminables y muchos de ellos de relleno, entretienen de alguna forma. Pero lo repetitivo de las acciones que se nos proponen es lo que hace que realmente nos cansemos luego de lograr llegar a diferentes niveles o locaciones, como quieran decirle. Está claro que, dado el género, la paciencia es algo de lo que no podemos prescindir para jugar Afterparty, pero incluso así, todo tiene su límite.

Llegamos a un lugar, dispuestos a hablar con cierto personaje del que tenemos que conseguir algo. Ese personaje, a cambio de eso que necesitamos, nos pide un favor. Para cumplir con su pedido, tenemos que ir a un nuevo lugar, donde seguramente haya otro personaje y, para obtener lo que queremos, tendremos que hacerle otro favor a ese nuevo personaje, que seguramente será ir a otro lugar para hablar con otro personaje y cumplirle sus deseos para obtener lo que queremos. Y así, a lo largo del juego, una y otra vez.


Pero no perdamos la cabeza: esta experiencia narrativa tiene una fuerza narrativa (valga la pena la redundancia) muy bien pensada y es lo que nos mantiene en vilo todo el tiempo. Así como pasó con Oxenfree, ese aire adolescente despreocupado es lo que mantiene al juego en lo alto, esa visión descontracturada de las cosas, incluso del infierno mismo, que constantemente repele un paralelismo con la vida real, con nuestro mundo, con la sociedad, con el consumismo, con un sistema que fue hecho para el beneficio de pocos con el esfuerzo de muchos. Sí, porque así como Oxenfree era un oda al cine slasher adolescente de los 80s, Afterparty resuena por ser como esas películas inteligentes que detrás de toda su parafernalia, saben dejar una crítica social bastante notoria.

En cuanto a mecánicas, hay algunos detalles muy interesantes. La opción de los diálogos es básica, pudiendo elegir siempre entre dos diálogos generalmente opuestos. Pero, si tomamos alcohol, aparece una tercera opción, generalmente ajena a todo contexto y de corte agresivo, exponiendo lo peor de cada personaje. En este aspecto, según el trago que pedimos se despierta ese lado salvaje en los personajes. Para acompañar, la visual del juego se vuelve borrosa como la mente de los personajes.


Otro detalle interesante es ver los tweets de otros personajes en “vivo y en directo”, mensajes que nos pueden dar pistas de lo que necesitamos o que pueden explicar un poco más la historia que se nos va contando.

Recordemos que, aun así, el juego tiene una dificultad mínima, solo dispone de puzzles muy simples de fácil resolución, y que solo están hechos para darle un poco más de vuelta a la trama. Aun así, es divertido leer y ser parte de cada texto o dialogo que se nos presente, porque generan un contexto de inmersión muy bien logrado.

Hay algo que la historia del juego deja en claro, y que creo que es lo que más hizo impacto en mi persona: el sentido de la amistad. Nuestros protagonistas (Lola y Milo) son amigos desde hace años, y se deja entrever en los diálogos, en los recuerdos y anécdotas, en los insultos, en los enojos que no son enojos, en las observaciones. El juego detalla la conexión entre ambos personajes como algo único, que ni las peores situaciones del infierno podrá separar. Son personajes que no tienen muy en claro las cosas, que se dejan llevar y que, al parecer, no les importa nada. Pero su amistad es el hilo conductor que necesitan para seguir con vida.

Palabras Finales:
En pocas palabras, Afterparty es una experiencia narrativa atípica, con una comicidad oscura y una visión que podría ser llevada al cine, y que recuerda a películas como Shaun of the Dead, por ejemplo. Esa necesidad de ver con colores aquello que es negro, la necesidad de cuestionar todo lo que creemos implícito. Es un juego para personas con paciencia, que estén dispuestos a leer y leer y leer sin parar, sin casi pestañar. Diversión asegurada para aquellos que acepten el desafío.

Lo bueno:
- El aspecto visual, el diseño de personajes.
- Los diálogos distendidos.
- El contexto de la historia.
- La representación del infierno.

Lo malo:
- Se puede tornar muy repetitivo. Demasiado.
- No es para todo el mundo. Exprime la paciencia del más paciente.
- Milo es insoportable.

Nota Final:

7
Bueno
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ESCRITO POR Lucas Robledo

Game Designer y Producer. Redactor mercenario. Cinefilo conflictivo. Casi músico y muy poco de ilustrador. Gamer de la vieja escuela. Aficionado al terror, a los comics y a la literatura.

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