Desarrollador: id Softworks
Distribuidora: Bethesda
Lanzamiento: 20 de marzo de 2020
Plataforma: PC, PS4, Xbox One
Análisis basado en una copia para Steam adquirida por el redactor de este análisis
La espera se hacía insoportable. Las imágenes que podíamos ver, los gameplay, la música. El 2016 iba a ser el regreso del FPS clásico por naturaleza, el FPS que nos había puesto, hace muchísimos años, en una lucha encarnada contra demonios infernales. Sangre, destrucción, seres del averno, todo prometía que ese DOOM que estaba por salir en 2016 iba a cambiar el concepto de lo que los videojuegos venían proponiendo.
Y así lo hizo.
DOOM 2016 es el juego que más emociones me hizo sentir, que más sentimientos movilizó. La tensión, la intensidad, la dinámica, era todo una locura. La piel de gallina, la música que se taladraba la mente, y te generaba unas ganas inconmensurables de asesinar más y más demonios, al ritmo de esos acordes estridentes que siempre aparecían en el momento más preciso. Era como si la música y el gameplay fuesen un mismo átomo fundiéndose en algún lugar de nuestra mente, estimulando glándulas que desconocíamos, segregando lo necesario para poner a tope todos nuestros sentidos.
Lo dije en su momento y lo volvería a decir: DOOM 2016 se había convertido en el mejor FPS de la historia. Hay otros muy buenos, de eso no hay duda, y no es el caso. Y más allá de lo técnico, donde el juego es un 10 indiscutido, lo que importa es lo que te genera. Está claro que alguien a quien no le atrapen demasiado los FPS y los juegos violentos o de terror, no va a compartir, para nada, esta reseña tan personal. Y pido perdón si así se siente. Es que a veces, cuando el juego realmente te mueve todo por dentro, es mejor contar la experiencia que hacer una reseña.
Sigamos: cuando todavía no nos habíamos recuperado del Doom 2016, juego que se puede rejugar una y otra vez y la intensidad de la experiencia va a ser la misma, anuncian una nueva entrega: DOOM Eternal empezaba a resonar por todos lados. 2020 era la fecha de lanzamiento, y las expectativas del mundo del gaming estaban por las nubes. ¿Podrían superar a lo que ya había logrado? ¿Qué iban a hacer para lograrlo? Las preguntas aparecían una tras otra, las dudas, también. Gran parte de los seguidores había empezado a dejar de creer en Bethesda Softworks por varios lanzamientos poco fortuitos. Pero la esperanza, creo yo, seguía en id Software, que venía acompañando a la franquicia desde el día uno.
Nuevamente la espera. Los días pasaban muy de a poco. Se hacían eternos, valga la redundancia. El tráiler, los gameplay nuevamente. Teníamos oro en bruto frente a nuestros ojos. Todo indicaba que la profecía se iba a volver a cumplir. Solo quedaba la experiencia, que es lo que marca a un exponente que en su entrega anterior, ya había dado todo y mucho más de lo que los fanáticos esperábamos.
Llegó el día. Un poco más de 50 gigas que suponían un poco más de espera. Pero ya estábamos ahí, ya estaba todo listo. Eran las 14 hs del martes 21 de Marzo de 2020 y quien suscribe se calzaba los headset, ponía manos sobre mouse y teclado y se disponía a desconectarse del mundo hasta que el cuerpo diga basta. Me conecté a otra dimensión, una conexión neuronal directa con el Doom Slayer, como si fuésemos uno solo. Como si fuésemos parte del mismo universo.
Doom Eternal es el sucesor espiritual de DOOM II: Hell on Earth, poniéndonos en el papel del marine armado hasta los dientes que quiere redimirse intentando salvar a la humanidad del propio infierno, que quiere controlar todo lo conocido y por conocer. Retomando la estética visual y los conceptos del juego de 2016, volvemos a viajar a un futuro no tan lejano, donde el hombre logró colonizar el espacio. Las batallas se van a dar en las diferentes lunas de Marte, e incluso en el planeta tierra. Como se puede apreciar, el juego mantiene concepto, contexto y temática. Es como si nunca hubiésemos dejado de vivir la aventura que vivimos hace ya cuatro largos años.
Si hay algo que caracteriza a la saga DOOM es la violencia implícita, ese gore tan marcado y el hecho de que seamos nosotros como protagonistas quienes podamos aplacar nuestro sentimiento de culpa y traición destrozando, literalmente, a nuestros enemigos. Para eso, en esta nueva entrega, vamos a contar con nuevas armas y movimientos, que vamos a poder ir adquiriendo con el avance del juego. Además, vamos a poder ir upgradeando nuestras armas, haciéndolas cada vez más destructivas. Porque sí, esa es la palabra. No es “poderosas” ni “mejores”. La palabra es DESTRUCTIVAS.
El Doom Slayer, por su parte, tiene esa bestialidad implícita que siempre tuvo y que pudimos ver en el título anterior. Somos el maldito Doom Slayer, y eso nos deja tranquilos. No tenemos miedo a nada, no hay obstáculo ni enemigo que nos intimide. La sola presencia del personaje, de saber que calzamos armadura y casco legendarios nos llenan de adrenalina.
¿Qué esperamos cuando nos sentamos a jugar DOOM Eternal? Acción, gore, terror, ciencia ficción. Pocas palabras y muchos disparos. En ese aspecto, las batallas que propone el juego son bestiales, gloriosas. Porque la dinámica es todo. Tenemos incontables enemigos en pantalla, diferentes armas y ataques. Una gama de movimientos que nos van a servir, cada uno en su medida, para agilizar o escapar momentáneamente, según lo necesitemos.
Corremos, hacemos sprint, saltamos. En el aire disparamos a un enemigo, mientras caemos sobre otro para destrozar su cráneo. Mientras buscamos más munición, nos disparan de todos lados. Seguimos corriendo, el corazón se nos acelera. Saltamos una vez, el doble salto para llegar más alto. Esquivamos enemigos, matamos a los más débiles con la escopeta y sacamos el lanza misiles para los más fuertes. Volvemos a saltar, esquivar, disparar. La adrenalina se apoderó de todo nuestro cuerpo y estamos en éxtasis.
id Software utiliza, como motor gráfico, el id Tech 7 basado en Vulkan, lo que claramente garantiza no solo una experiencia similar a la que ya vivimos anteriormente, sino una calidad visual impresionante. Como dato relevante, la mejor diferencia técnica entre el id Tech 6 y el id Tech 7 es que éste último puede ofrecer una geometría hasta 10 veces más detallada. Porque como toda obra de arte multimedia, DOOM Eternal es una experiencia visual, emocional, sonora y tácita que entra por nuestros dedos, con esa jugabilidad increíbles.
Entra por nuestros ojos, con diseños impecables, detalles magistrales y una gama de locaciones y personajes que no nos van a dejar de asombrar. Y entra por nuestros oídos, ya que nuevamente, el genio prodigio de Mick Gordon vuelve a hacer de las suyas con la banda de sonido.
La música es un metal gutural que todo el tiempo te transmite intensidad gracias a un timing preciso y controlado de la acción. No es necesario ver a los enemigos, la música te dice todo.
Las batallas no solo se ponen intensas por la cantidad de enemigos, sino que la música acompaña esa intensidad y le da una dinámica y una tensión única a cada uno de los momentos del juego. Me he encontrado sumido en una tensión extrema, con la mandíbula comprimida y las piernas tensas. He tenido que aflojar mis dedos y mis brazos luego de luchas encarnizadas contra demonios que solo querían verme muerto.
Lo bueno:
- El juego en sí. La música, la acción, el aspecto visual y técnico. Todo.
- Refuerza una historia que se hace cada vez mejor.
- El esfuerzo invertido. La calidad que contagia segundo a segundo.
- Te deja vivir como una experiencia sensorial más allá de ser un juego.
- Su gameplay, mecánicas, armas y movimientos.
Lo malo:
- No tiene nada malo. Es un 10, y si existiera, le pondría más nota.
Nota Final:
10
Obra Maestra
Obra Maestra
ESCRITO POR
Lucas Robledo
Game Designer y Producer. Redactor mercenario. Cinefilo conflictivo. Casi músico y muy poco de ilustrador. Gamer de la vieja escuela. Aficionado al terror, a los comics y a la literatura.
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