Desarrollador: Voidpoint
Distribuidora: 3D Realms
Lanzamiento: 15 de agosto de 2019 (Steam), 14 de mayo de 2020 (PS4, XB1, Switch)
Plataforma: PC, PS4, Xbox One, Switch
Análisis basado en una copia digital para PS4 facilitada por 3D Realms
Casi que se hace costumbre hablar sobre tributos en los videojuegos y terminar hablando
sobre cuando el tributo hace que el juego en cuestión pierda personalidad. La carta del tributo
suele exonerar a los desarrolladores, poniendo sobre ellos un manto de piedad donde uno
termina perdonando muchas fallas porque “me hace acordar a tal o a x juego”.
Decir que Ion Fury es un tributo a los FPS de los 90 como Doom, Wolfenstein o Zero Tolerance
es quedarse corto. Estamos ante un juego que tranquilamente podría haber sido
contemporáneo a estas bestias, pero debido a sus pocas pero grandes fallas, no hubiese
sobrevivido a la competencia.
Estamos ante un caso muy particular, donde el tributo se comió a quien tributa y lo transformó
en un juego con personalidad prestada. Nada de lo que ofrece Ion Fury es innovador,
sorprendente o, como mínimo, una notable mejora ante los juegos a cuales desea
homenajear. Las armas no tienen personalidad, no hay ninguna memorable como la BFG y la
mayoría de ellas no es tan útil como la escopeta, que hace mucho daño y posee un gran rango
de disparo.
A pesar de todo esto, Ion Fury es un juego que entretiene, nos distrae y atrapa con su simpleza
y accesibilidad. Apenas comenzamos el juego ya estamos disparando enemigos, y su gameplay
es tan intuitivo que hasta sentiremos que estamos rejugando un título que habíamos
abandonado hace mucho.
Esto tiene sus puntos positivos y negativos, obviamente, pero lamentablemente son los
negativos los que más terminan pesando. Lamentablemente porque Ion Fury está hecho con
amor al género, y eso se nota, pero ese amor no le permitió a los desarrolladores ir un paso
más allá.
Comencemos analizando en detalle Ion Fury adentrándonos en la historia. Como es de
esperarse, este no es el Foco de Ion Fury, pero es tan mínimo el esfuerzo en este apartado que
realmente llama la atención. La historia se centra en Shelly Harrison, una agente del orden en
una distopía futurística digna de Philip K. Dick. Una noche el Dr. Heskel invade Neo DC junto
con su ejército de cyborgs y la agente Harrison se lanza al rescate sin dudarlo.
Eso es todo lo que recibiremos de la historia por un largo rato. A medida que vayamos
avanzando el Dr. Heskel aparecerá de tanto en tanto en forma de grabación para provocarnos
y tirarnos algunas pistas de lo que está sucediendo. Shelly también habla y nos tira pistas sobre
el mundo, aunque la mayoría de las veces repite las mismas 5 o 6 frases de policía rudo pero
bien prendido y termina aburriendo hasta la demencia.
Hablando de sonidos repetitivos, todos los enemigos tienen la misma voz y sólo dicen 3 frases
casi inentendibles, las repiten constantemente y sin pausa hasta que no queden más
enemigos. Esto, sumado a que la mayoría de las canciones son unos pocos segundos de
melodía que loopea constantemente, hace que la experiencia sea un infierno antes de que
siquiera empecemos a hablar del gameplay.
Si bien la música es correcta y muy cyberpunk, la composición deja mucho que desear. La
elección de sonidos metálicos suplantando ciertos sonidos agudos muchas veces rompe la
melodía de la canción y satura casi cualquier parlante. Las melodías son realmente olvidables y
sin personalidad y, en el peor de los casos, terminan siendo molestas y aturdidoras.
A pesar de todo esto, Ion Fury sabe entretener por momentos, son segundos en los que
podemos ver el potencial, lo que podría haber sido. Esto se refleja mucho en el gameplay. Si
bien Ion Fury nos da exactamente lo que esperamos de un shooter de los 90, lo hace con tanta
exactitud que la nostalgia nos embriaga y terminamos disfrutando de la experiencia.
Como ya dijimos antes, las armas son olvidables, pero existen ciertas vueltas de tuerca que le
dan un sabor especial a alguna de ellas. Por ejemplo el revólver con el que comenzamos: si
mantenemos presionado L2 mientras apuntamos a varios enemigos, una calavera aparecerá
sobre las víctimas y Shelly las despachará de un disparo. A veces podemos matar hasta 3
enemigos a la vez, lo que nos ha salvado de más de un apuro. Otro gran ejemplo es la ballesta,
si mantenemos el L2 por unos segundos lanzará una volea devastadora que nos ayudará a salir
de situaciones donde nos encontremos asediados por enemigos.
Otro punto a favor es el mapa. El mismo posee dos instancias: Si tocamos una vez el pad
central de nuestro Joystick aparecerá un mapa transparente que nos mostrará la estructura
general del mapa y nos dará una idea general de dónde estamos. Si lo presionamos otra vez el
mapa ganará textura y podremos dilucidar con un poco más de detalle algunas cosas como
zonas donde no fuimos, puertas y detalles que ayudarán a la exploración.
Y que exploremos es lo que Ion Fury más quiere de nosotros, por eso cada pantalla está
plagada de secretos y armas especiales que voltearán la balanza a nuestro favor más de una
vez. Lamentablemente la mayoría de los secretos están escondidos detrás de una pared,
ventilador u objeto que debemos romper. El ema es que no existe nada que indique que ese
lugar es especial y deberíamos investigarlo, en otras palabras, descubrir secretos requiere o
pura suerte o dispararle a todo lo que veamos en todo momento.
Los mapas en Ion Fury son enormes, pero no tienen mucha personalidad y nos terminaremos
perdiendo constantemente sin saber a dónde debemos ir. Esto termina perjudicando la
jugabilidad, porque estaremos más tiempo recorriendo desorientados los mismos pasajes una
y otra vez antes de divisar la puerta igual a todas las demás que nos pasamos por alto o el
pequeño botón que debíamos presionar para progresar, que estaba fundido con el resto del escenario.
Si hablamos de gameplay también debemos hablar de la dificultad y, Ion Fury, tiene mucho
que decir al respecto. Este juego es cruel, sin importar la dificultad es un título que nos hará
enojar y mucho.
Todos amamos un desafío, un poco de dificultad que nos haga a nosotros, como jugadores,
subir de nivel junto a nuestro personaje. Ion Fury no hace eso, porque nuestros enemigos son
erráticos e impredecibles. Algunas veces un enemigo nos ve a cientos de metros de distancia y
nos mata antes de que podamos identificar de dónde vienen los disparos y, otras veces,
podemos estar parados detrás de ellos por minutos y jamás se darán vuelta.
Si este comportamiento impredecible se limitase sólo a los enemigos normales, quizá sería
perdonable, pero los jefes también se ven afectado por esto. No respetan ningún patrón, por
lo que salir victorioso de cada enfrentamiento con un jefe será una cuestión de puro azar. Y lo
que hace de estas batallas un verdadero infierno es que el jefe no será el único tratando de
matarnos, una horda inacabable de enemigos lo acompañará, haciendo que enfocarnos en él
sea casi imposible.
Lo peor es que la mayoría de los enemigos mueren con pocos disparos bien dados, pero es tan
difícil apuntar correctamente debido a la imprecisión de la mira que hasta los enemigos más
pequeños y débiles son una posible amenaza de muerte. Además, las balas escasean en Ion
Fury, por lo que muchas veces nos gastaremos el cargador en los enemigos más pequeños y
terminaremos enfrentando a los demás con la tonfa eléctrica que es casi inservible.
Pocas veces vimos un arma tan inútil en un juego, casi tanto como el Bastón de Jeckyl en Dr.
Jeckyl & Mr. Hyde de Nintendo. Si nos quedamos sin balas es más fácil dejarnos matar que
intentar sobrevivir. El hit detection de la tonfa es completamente azaroso y casi nunca
acertaremos el golpe, es casi tan frustrante como tratar de golpear a alguien en un sueño.
Si bien la implacable dificultad mengua bastante gracias a que podemos guardar nuestro
progreso en cualquier momento, el juego termina saturando debido a la cantidad de veces que
moriremos es el lapso de un minuto. Además, en un momento se termina transformando en
un juego estratégico donde debemos avanzar dos pasos, matar un enemigo, buscar un lugar
seguro, guardar y repetir el proceso.
Lo bueno:
-Lo impecable del detalle en reproducir la gloria de los shooter de los 90.
-Disparar headshots con la función secundaria del revólver es altamente satisfactorio.
-La cantidad de secretos e easter eggs que Ion Fury esconde celosamente en cada mapa.
Lo malo:
-La dificultad injusta.
-El comportamiento aleatorio de todos los enemigos.
- Lo difícil que es apuntar y controlar a Shelly en general.
-Lo fácil que es perderse en cada mapa.
-El apartado de sonido en general.
-La tonfa es una de las peores armas de melee en la historia de los videojuegos.
-La falta de personalidad en general, ni la principal, ni el jefe, ni el mundo, ni la música, ni
siquiera las armas, dejan una impresión de algún tipo. En poco tiempo no recordaremos nada
más que la tonfa, la maldita tonfa.
Nota Final:
5.5
Mediocre
Mediocre

Amante del terror en todos sus medios y aspirante a artista marcial. Ama a Hokuto no Ken casi tanto como a sus gatos.
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