Análisis: Saturnalia, un survival horror al estilo roguelike como nunca lo viste


Una aventura de terror de supervivencia: explora una aldea aislada de un antiguo ritual con un grupo de personajes. Sus carreteras laberínticas cambiarán cada vez que pierdas todos tus personajes.
Calificación:
Desarrollador: Santa Ragione
Distribuidora: Santa Ragione
Lanzamiento: 27 de octubre de 2022
Plataforma: PC (Epic), PlayStation 4/5, Xbox One/Series X-S, Switch


Análisis basado en la versión de PS5 con una copia facilitada por Santa Ragione


Estamos en una época en la que no faltan los juegos survival horror, pero incluso en esta abundancia, Saturnalia consigue sentirse único. Este survival horror del estudio italiano Santa Ragione cautiva con una combinación de belleza surreal y terror visceral del más puro. Su arquitectura brutalista, sus gráficas de la era PlayStation 2 –con una dirección de arte singular– y su banda sonora nos trasladan a un clima mágico, de inmersión pura, para vivir una historia con un gameplay que tiene tanto de survival horror como de roguelike. Desentrañemos el misterio de Saturnalia en este análisis.

Esta survival horror nos lleva a la aldea de Gravoi, un pequeño pueblo de la región italiana de Cerdeña (una zona rebosante de cultura y tradiciones únicas) que tiene costumbres bastante peculiares… y paganas. Encarnamos a cuatro personajes que están ligados al pueblo y sus tradiciones de distintas maneras, y que se encuentran en el lugar justo en la noche de Santa Lucía, una celebración que concluye con una misa al anochecer y que tiene como toque final instruir a todos los lugareños a no salir de sus casas esa noche. ¿Por qué? Es lo que vamos a investigar.

Los primeros compases de Saturnalia nos ponen en la piel de Anita, quien está embarazada de uno de los sacerdotes del lugar, algo no bien visto en un lugar como Gravoi. La fórmula de la historia es la de “pueblo chico, infierno grande”, tan instaurada en clásicos como Twin Peaks o los policiales noir nórdicos, aunque siendo este un juego de terror, el costado infernal del asunto cobra dimensiones aterradoras.


A los demás personajes los vamos desbloqueando a medida que Anita explora el pueblo, sin ningún orden particular y sin mano alguna que nos guíe en este viaje. Paul es un fotoperiodista huérfano que abandonó el pueblo cuando era niño y regresa para echar luz en el recuerdo de sus difuntos padres. Sergio es un drogradicto que tuvo que escaparse de Gravoi por un amorío y regresó por algo muy persona. Por último, Claudia, es la única que vive actualmente ahí y es la hija del propietario de un bar local, quien también es un fanático religioso. Las historias de estas cuatro almas perdidas se van a entrelazar en la noche de Santa Lucía a medida que vayamos recorriendo el laberinto de muerte permanente que impone el pueblo en sí.

Los enemigos principales en Saturnalia son tres: El laberinto, porque el pueblo está erigido sobre calles y pasajes que no son para nada intuitivos de recorrer o memorizar, para colmo, el mapa cambia cada vez que morimos. En segundo lugar, la oscuridad, inevitable en una noche tan cerrada, que podemos eludir con fósforos, que son nuestra única “arma” en ese tormento, y que son muy limitados. Y, finalmente, la criatura. Una manifestación de los secretos de Gravoi, que patrulla las calles implacablemente y contra quien no podemos hacer nada al respecto… o casi nada. 


Como ya mencioné, está prohibido salir del hogar en la noche de Santa Lucía, así que esta criatura enmascarada, que apenas se ve entre las tenues luces de las calles pero que sí se oye, dará caza a quien sea que rompa esta regla. El problema es que nuestros queridos protagonistas tampoco se pueden ir del lugar, porque la salida de Gravoi está vallada. La otra opción es quedarse de brazos cruzados y esperar al amanecer, pero es implicaría quedarse sin respuestas al misterio que queremos resolver.

Entonces, vamos a recorrer un mapa que, inicialmente, parece pequeño, pero que es más complejo de lo que se ve. Y deberemos evitar al monstruo mientras nos abrimos camino por las locaciones y llegamos al fondo del horror de Gravoi. La captura no implica la muerte, pero si un personaje es atrapado, deberemos liberarlo con otro personaje. Siempre y cuando haya un personaje para rescatarlo. Si la criatura se lleva a todos, el ciclo se reinicia: se reconfigura el mapa por completo y se pierden los objetos principales, pero se retiene el progreso de la historia y las pistas asociadas a cada objetivo. De hecho, Saturnalia ostenta una red conceptual enorme de objetivos y pistas, que al comienzo abruma, pero que una vez que comprendemos, nos da un panorama de la profundidad a la que llega la historia. Y lo mejor de todo, es que tenemos libertad total para encararla.

Lo mejor de Saturnalia es que no llega a ser críptico como para que no entendamos qué hacer, pero si es lo suficientemente vago, misterioso y oscuro, como para que nos sintamos perdidos e indefensos. El menú de objetivos y pistas nos ayuda a planear nuestras siguientes acciones, pero no está tallado en piedra y cada partida resulta ser única, y dependerá de cómo juega cada quien. No hay un orden de personajes ni de misiones ni de sucesos, pero sí hay una historia clara de fondo y se puede llegar a varios finales.



Explorar Gravoi es aterrador, pero también ofrece una satisfacción sinigual, casi epifánica, cuando descubrimos una locación secreta que no está en los mapas o cuando usamos la habilidad de un personaje particular para avanzar en un objetivo que le era imposible a otro personaje –cada uno tiene una habilidad única, que no quiero spoilear. A medida que avanzamos, que morimos y que experimentamos distintos sucesos, vamos aprendiendo las reglas de este pequeño pero complejísimo laberinto que no se puede describir con palabras. Vivimos una sensación constante de intriga y confusión, pero también de satisfacción a medida que unimos poco a poco las piezas del rompecabezas de Gravoi.

Saturnalia requiere paciencia, tal y como sucede en juegos como Pathologic, que se le parece mucho, o Rain World, que es de un género muy diferente, pero que comparte en común lo ominoso de ir descubriendo una capa aterradora en un mundo que inicialmente parecía tranquilo. Pero no es tan difícil como suena. De hecho, llega con un montón de opciones de accesibilidad y dificultad, que hasta nos deja experimentar el reto verdadero si jugamos con muerte permanente real o sin el tablero de pistas; también se puede hacerlo más ameno y jugar con fósforos infinitos, por dar dos ejemplos.


Pero más allá de las opciones personalizadas de dificultad, Saturnalia como lo quiere Santa Ragione, en su dificultad normal, es un desafío de astucia y de supervivencia pura, que nos enseña desde el error y que nunca nos deja desnudos ante el peligro. Siempre vamos a tener estrategias para enfrentar la noche que parece eterna y parte del gameplay tan atrapante reside allí. Como en todo roguelike, hay atajos y secretos para que cada nueva reconfiguración del pueblo no sea tan “de cero” y también está en nosotros saber cómo gastar los recursos superlimitados como los fósforos, las monedas, la pirotecnia que distrae al monstruo y otros.

Y todo esto llega decorado por un apartado estético-visual con mucha personalidad, con cámaras y controles que nos recuerdan a los survival horror clásicos, pero gráficos que parecen pincelados a mano con una paleta de colores del infierno, entre colores de neón y tonos rojos, muy al estilo del cine giallo italiano.

Su único punto flojo es que la profundidad de sus mecánicas no se sostiene hasta el final, como sí lo hacen su atmósfera y el trasfondo que vamos descubriendo, que termina superando a los propios personajes. Una vez que jugamos el bucle un par de veces en nuestra primera partida, Saturnalia termina siendo un juego de exploración, aterrador, sí, pero su la ilusión del roguelike se desvanece.


Lo que nos termina por atrapar en Saturnalia es la sensación constante de que estamos en la antesala de algo más grande, un horror que crece de fondo y que tenemos que descubrir. Al final, el verdadero protagonista es el pueblo y su folclore; sus personajes tienen vidas tan comunes como la mía, y es esa ingenuidad lo que los hace aptos para esta historia. Si sumamos todas las sensaciones de claustrofobia y terror descritas, y la combinación única de roguelike y survival horror, Saturnalia es un imperdible para los amantes del terror que se cuece a fuego lento. Pero claro, requiere paciencia y tiene una dificultad elevada, lo que no lo hace para todo el mundo. Una joya extraña que pasará al podio de esos títulos raros, junto al mencionado Pathologic y otras singularidades del terror europeo. 

Lo bueno:
- La combinación de roguelike y survival horror
- La inmensa libertad que da en todo sentido
- Lo original que se siente a nivel estético, atmosférico y en cuanto al tipo de terror
- El diseño de la experiencia en sí, con su laberinto, su bucle y el folclore de fondo que no deja de crecer

Lo malo:
- Las mecánicas roguelike no están tan profundizadas como esperamos en un principio

Lo feo:
- No es para todo el mundo



Nota Final:


9.0

Excelente

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ESCRITO POR Florencia Orsetti

Editor in Chief y fundadora de SHD. Aficionada por el horror tanto en videojuegos como en cine y literatura, tiene varios años de experiencia en redacción periodística. Seguidora y promotora de videojuegos independientes.

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