Análisis: The White Door — una aventura al estilo de Kubrick y Lynch

¡Entra en The White Door y descubre el universo de Rusty Lake en un nuevo juego con un estilo único! Explora los sueños de Robert Hill y ayúdalo a recobrar sus recuerdos. ¿Puedes sobrevivir a la estricta rutina diaria y devolver el color a la vida de Robert?

Calificación:


Desarrollador: Rusty Lake
Distribuidora: Second Maze
Lanzamiento: 9 de enero de 2020
Plataforma: PC, Android, iOS


Análisis basado en una copia digital para Steam facilitada por Second Maze

Hace poco que caí en el universo de Rusty Lake, cuando una amiga me regaló Rusty Lake Hotel. Me lo recomendó, más de una vez, hasta que lo puso en mi biblioteca de Steam, en una sonata amenazante, pero amistosa: “tenés que jugarlo, ahora no tenés excusa”. Siempre creí que los buenos amigos hacen eso: cuando estás ciego frente a algo que ellos creen que te va a gustar, utilizan todas las herramientas posibles para que lleguemos a ese punto tan ansiado por ellos. Es amor, sin dudas. Amor del bueno. Amor sano.

Con Rusty Lake Hotel me encontré en una locura salida de mentes como las de Stanley Kubrick o David Lynch. Una fusión de la visión de ambos directores en un juego simple en su mecánica, de puzzles complejos (por momentos) que van contando una historia completamente retorcida. Es la simplificación de los point and click, si así me permiten llamarle, fundiéndose un poco con esos clásicos “escape room” que la gran mayoría de nosotros alguna vez probó en un dispositivo móvil. Pantallas y pantallas donde la interacción principal es hacer click sobre diferentes objetos, completando objetivos impuestos por una trama que a simple vista, no dice nada, pero que a medida que pasan los minutos, nos va encerrando en un ambiente de locura e irreverencia digno de disfrutar.


The White Door aparece luego de 14 juegos que tiene la saga Rusty Lake, y si bien no es una secuela completamente directa, es parte de su universo. Es como una suerte de spin-off de la saga. Y es tan confuso poder explicar su continuidad, como es confuso el mundo que le da forma a esta franquicia que estuvo saliendo para dispositivos móviles y PC mediante Steam. Si quieren probarlos no hay mucha excusa, ya que varios títulos de estos son gratuitos y otros pagos, como el caso que nos junta hoy en día en esta reseña. Siendo sinceros, son juegos de costos muy bajos y accesibles.

The White Door, como dije antes, es parte de este universo fascinante que pueden empezar a investigar buscando “Cube Escape” en Google. Después, como también dije antes, pueden adentrarse con Rusty Lake y todo lo que se desprende de él. Pero para disfrutar este título no es necesario ser parte del universo, sino dejar de pensar en los videojuegos como tal, ya que éste título es, más que otra cosa, una experiencia emocional y narrativa. Es verdad que el juego está lleno de puzzles, algunos más complicados que otros, pero ninguno imposible. El resto del juego, se desarrolla a base de “mover el mouse interactuando con la escena como si fuésemos parte de ella”.



Sé que este último concepto suena complejo de entender, así que lo voy a poner en ejemplos: nos despertamos. Vamos al baño a lavarnos la cara. Hacemos click sobre la canilla para abrir el agua. Hacemos click sobre la pasta dental para lavarnos los dientes. El personaje se pone el cepillo de dientes dentro de la boca, pero nosotros debemos hacer click sobre nuestra propia mano y mover el mouse de derecha a izquierda, para que el personaje logre cepillarse los dientes. Este ejemplo, creo que bastante claro, se aplica a decenas de cosas que pasan en el juego. Interacción pura, desde lo acotado de la propuesta.

Y digo acotado como algo realista, pensando en un juego hecho en Flash y de duración muy corta, con pocas mecánicas pero siempre apuntando a contar una historia, y no otra cosa. El foco y la búsqueda están muy claros, y no deja margen al error. En The White Door nos podemos dar cuenta que ya tienen bastante afinado el tema de cómo mostrar una historia, cómo generar inmersión en su propuesta estética y mecánicas. A lo largo de los juegos y de toda la saga, se nota que los primeros tienen algunas complicaciones para hacernos sentir parte de la historia, porque hay muy poca información y demasiada irreverencia como para que algo quede claro. Por momentos, se sienten pantallas que aparecen una detrás de la otra sin conexión aparente.



Pero en algo hay que ser sinceros. Uno se adapta a la mecánica, la acepta, entiende que es de esa manera. Pero por momentos los puzzles se vuelven tan simples como eso mismo: hacer click. No hay dificultad alguna, sino que simplemente haciendo click se resuelven solos. Y esto va bien en la parte narrativa, donde la interacción es una mera excusa para hacer todo más dinámico. En las partes de puzzles, esto realmente puede afectar bastante al juego en general, ya que nunca viene mal un poco de creatividad a la hora de rompernos la cabeza pensando cómo superar determinadas situaciones.

Los apartados técnicos son similares a los de los títulos anteriores. Gráficas hechas a mano, sonido y música que pasan desapercibidos casi, y voces que por momentos se sienten sin alma, como grabadas sin darle el tono que debe tener en contexto con la historia. La diferencia quizás más notoria entre The White Door y el resto de Rusty Lake, es que utilizan el blanco y el negro para lograr generar fuertes contrastes, llenando de colores objetos y elementos puntuales de la historia para reforzar el concepto.

La historia se desenvuelve sobre Robert Hill, un hombre que se va a encontrar encerrado en una habitación donde un grupo de médicos lo está supervisando. El hombre tiene claras instrucciones de hacer un determinado tipo de tareas dependiendo la hora del día, hasta irse a dormir. Estas acciones van a ir desencadenando la historia, y cada vez que dormimos se nos va a ampliar esta historia con recuerdos del pasado. Es bastante interesante cómo, en un detalle hermoso de diseño, el título se desarrolla sobre una pantalla dividida a la mitad, que cobra diferentes usos dependiendo el momento del juego.


Palabras Finales:
The White Door es un buen exponente dentro de este universo misterioso y completamente oscuro desde una mirada muy creativa y contemplativa. Es como una experiencia onírica con tintes detectivescos, un thriller surreal lleno de condimentos que lo hacen único. Si aún no han probado ninguno de los títulos de este abismo de locura, pueden empezar por éste. Si ya conocen la saga, necesitan darle una oportunidad a esta puerta blanca, la entrada a la mismísima incoherencia.


Lo bueno:

- La estética visual.
- La historia, retorcida y bien llevada.
- Varias decisiones de diseño y UX.
- Ser parte de un universo tan genial, que pocas veces se dio en el mundo de los videojuegos.

Lo malo:

- La dificultad casi nula de algunos puzzles.
- Se siente muy corto, y la historia se ve forzada a terminar de repente.
- Si bien no es necesario jugar a otros para entender este título, se siente un poco la falta de contexto.

Nota Final:

7
Bueno

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ESCRITO POR Lucas Robledo

Game Designer y Producer. Redactor mercenario. Cinefilo conflictivo. Casi músico y muy poco de ilustrador. Gamer de la vieja escuela. Aficionado al terror, a los comics y a la literatura.

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